Repito, repito y vuelvo a repetir. Un paso tras otro para llegar al mismo destino. En una travesía adornada por el bullicio de los grillos invisibles. De luces dinámicas que pretenden reemplazar las estrellas. De los momentos artificiales protagonizados por seres desmemoriados y sedados por sus propios ojos.
Repito, repito y repito. Cuánto anhelo olvidarte, me alegraría no haberte conocido.
Te alimentas de la fuente interminable y de vez en cuando, solo cuando me recuerdas, me escupes pequeños gargajos.
Quizá cuando el reloj en el páramo se detenga yo logre olvidarte. Solo ignorarte ignorancia me libraría de este embrujo.
— EL AUTOR