Entre campos dorados se extiende,
la vasta llanura de La Mancha,
como un mar de oro que nunca cesa,
y en su inmensidad el sol descansa.
El viento sopla libre y sin pausa,
acariciando suaves las espigas,
y en el horizonte la luz se enrosca,
formando un manto de luz amarilla.
¡Oh llanuras de La Mancha amada!,
testigos de hazañas y leyendas,
con vuestra paz mi alma es colmada,
y en vuestro abrazo encuentro mi senda.
¡Oh Mancha! ¡Oh tierra de ensueño!,
donde el tiempo fluye sin prisa,
y el corazón late con empeño,
en busca de la dicha y la risa.